
No es solo azúcar.
No es solo “un antojo”.
No es que seas débil.
No es falta de voluntad.
Muchas veces, cuando comes azúcar no estás buscando dulzura en el paladar…
Estás buscando consuelo.
Estás buscando alivio.
Estás buscando pausa.
Estás buscando algo que calme eso que por dentro arde, pesa o duele.
El azúcar viene a cubrir huecos emocionales:
Vacíos de amor,
Carencias afectivas,
Soledad no dicha,
Rabia contenida,
Heridas antiguas que siguen abiertas en el cuerpo, aunque la mente las haya olvidado.
🍫 Comes azúcar porque fue lo primero que te dio placer cuando eras niña.
Porque era el premio cuando “te portabas bien”.
Porque era el abrazo que faltó.
Porque era lo que te calmaba cuando no había un adulto disponible emocionalmente para ayudarte a regular tu mundo interno.
Y con el tiempo… se volvió tu refugio. Pero también tu cárcel.
Porque comes, pero no te nutres.
Te llenas, pero no te satisfaces.
Te alivia… pero luego te culpas.
Y ese ciclo de alivio-culpa, te rompe poquito a poco.
💔 No estás rota.
No estás sola.
No estás enferma.
Solo estás cansada de cargar con cosas que no sabes cómo soltar.
Y quizás hoy, esta pregunta te abra una puerta:
¿Qué estoy intentando endulzar que aún no he podido mirar con verdad?
No necesitas dejar el azúcar de golpe.
Necesitas dejar de castigarte por buscar dulzura.
Y empezar a encontrarla en lugares más verdaderos:
En tu voz.
En tu llanto.
En tu historia.
En tu cuerpo.
En tu proceso.
Este blog no viene a juzgarte.
Viene a sostenerte.
A mostrarte que sí hay otra manera.
Una más amorosa. Más libre. Más tuya.
¿Te animas a mirar qué hay detrás de ese antojo?
con cariño
Graciela Hernández Psicóloga
Deja un comentario